Razón y emoción: conectando procesos para mejorar el aprendizaje socioemocional

La necesidad de desarrollar habilidades para relacionarnos inteligentemente con las emociones y promover un clima educativo más saludable, es a lo que Ruth Castillo, especialista en el enfoque RULER para la integración de la dimensión socioemocional en el currículum, nos invita con su presentación.

A raíz del confinamiento han incrementado las sintomatologías emocionales, como la ansiedad, depresión, problemas de dependencia y apego a figuras de cuidado, estrés post traumático, duelos mal elaborados, entre otras. Este panorama no solo se presenta en adultos, sino también en niñas, niños y adolescentes. Uno de los términos acuñados para representar muchas de las conductas que surgen en este contexto es fatiga pandémica, que es el resultado de vivir constantemente en modo de alerta, lo que se traduce en conductas negativas o patologías.

Una frase que se escuchaba a menudo es que la razón y la emoción van por separado. Otras categorizaciones identifican a los varones con la razón y a las mujeres con la emoción. Nada más lejano a la realidad es esta antigua creencia, no hay disyuntiva entre razón y emoción, enfatiza Ruth y agrega que “hoy, gracias a la neurociencia, sabemos de esa gran interconexión que existe entre los procesos emocionales y los procesos cognitivos”. Estos están íntimamente ligados y necesitamos de ambos para tomar mejores decisiones, funcionar mejor y tener un rendimiento efectivo en cada ámbito de nuestra vida.

Los procesos cognitivos, creativos, de innovación, atención, memoria, aprendizaje, entre otros, están influidos por nuestras emociones: las emociones negativas bloquean, disminuyen la asociación de ideas y la toma de buenas decisiones. De acuerdo con este planteamiento, la importancia de una educación socioemocional cobra mucha más relevancia, ya que no solamente la percibimos y entendemos como una parte de nuestro sistema, sino como un eje que atraviesa nuestros procesos cognitivos, sociales y culturales. Por lo tanto, es preciso desarrollar positivamente esta área. 

Una idea clave destacada por la expositora es que a través de la educación emocional y principalmente el método RULER, que es el cual ella practica, es que no se entrenan las emociones ni se catalogan. Este método se enfoca en desarrollar habilidades para relacionarse inteligentemente con las emociones, para aprender a convivir con ellas a diario. Esto implica que no existen emociones prohibidas, ya que cada emoción tiene un motivo y es allí donde hay que trabajar para mejorar, en cómo nos relacionamos con nuestros propios sentires.

“El método Ruler cambia el enfoque de los niños hacia un enfoque sistémico, que incluya la cultura del centro, el clima del centro, los valores del centro, que incluya en la educación socioemocional nuestra forma de ser, de compartir, de conectar y también de enseñar. Las emociones están en todos los procesos cognitivos y también trabajamos con la idea de que quizá hoy alguien pueda no saber gestionar una emoción, pero eso puede cambiar, decimos aún no puede, pero llegará a lograrlo”.

Estas estrategias prácticas están dirigidas a docentes para aplicar en el aula. Sin embargo, son apropiadas para aplicar en cualquier ámbito de la vida, por familias, cuidadores, en relaciones de amistad o de pareja, y más. 

Lo primero es reconocer y validar lo que sentimos: partir por nosotros, darnos permiso para sentir, ya que difícilmente podremos enseñar educación socioemocional si no la experimentamos en nosotros mismos. Por consiguiente, debemos comprender que no hay emociones correctas e incorrectas, y para no caer en este error, Ruth nos entrega las 6 C de la invalidación emocional: cuestionar, corregir, criticar, culpabilizar, contagiar, comparar. Cada vez que aplicamos alguna de estas acciones frente a la emoción de cualquier estudiante (válido para cualquier persona en nuestra vida e incluso para nosotros mismos), estamos negando la experiencia emotiva de aquella persona. “No educamos ni corregimos las emociones, educamos las habilidades para relacionarnos con ellas”, reitera la especialista.

Es válido plantearnos entonces ¿cómo nos damos permiso para sentir? La respuesta es cuando somos capaces de explorar, de estar abiertos a cualquier tipo de experiencia emocional.

También debemos comprender lo que puedan sentir nuestros estudiantes, descubrir porqué se sienten así. Las emociones son información sobre las personas, y a través de ellas podemos conocer y comprender mejor quienes son, lo que nos ayudará a entregarles mejores herramientas para su crecimiento personal, ya que el método RULER apunta a la capacidad de mejorar. 

En segundo lugar, se propone expresar lo que sentimos con lenguaje, ya que este es la herramienta por excelencia para manifestar adecuadamente lo que sentimos, es el predecesor de nuestro pensamiento. Si una persona adquiere lenguaje emocional es el primer paso para regular esa emoción y descubrir los porqués, por ello es importante trabajarlo según la propuesta de Castillo.

Las emociones son parte de la sociedad, muchas de ellas están teñidas de aspectos culturales, sociales, educativos que propician que se experimenten estas emociones. Por lo tanto, muchas de ellas se comparten con otros, por lo cual es importante hablar de acuerdos emocionales. Para realizar estos acuerdos con los grupos de curso es importante partir por preguntar a cada estudiante ¿cómo te quieres sentir y qué necesitas hacer para sentirte de esa manera? Esta es una responsabilidad compartida con los otros miembros y expresar abiertamente cómo nos queremos sentir es fundamental, menciona la expositora. También es importante que cada acuerdo tenga un carácter creativo que distingan una clase de otra. Además, se pueden practicar en familia, en pareja, amigos, etc.

Es preciso fomentar el autoconocimiento para saber qué sentimos y qué queremos sentir, asumir que tenemos aspectos positivos, negativos, algunos que podemos mejorar y que tenemos nuestra propia personalidad. Para ayudar al autoconocimiento Ruth Castillo propone utilizar el medidor emocional, que es una especie de gráfico donde podemos reconocer emociones a través de los ejes de la energía y las sensaciones de placer. Un ejemplo de este medidor lo puedes encontrar aquí. Es posible adaptarlo, según la expositora, de acuerdo con nivel y la edad del grupo estudiantil.

Por último, el uso de estrategias claves ayuda en el proceso del desarrollo de las habilidades para relacionarnos mejor con las emociones. En este punto, la especialista, señala tres estrategias para desarrollar con estudiantes:

• Respiración consciente: ayuda a anclarnos en el momento presente y a calmarnos en momentos de estrés, frustración, ira, etc.
• Análisis con otra mirada: permite identificar alternativas, describir la situación sin atribuir aspectos personales, como si fuéramos una tercera persona que observa la situación.
• Diálogo flexible realista: este es un autodiálogo que nos ayuda a ser conscientes de cómo nos hablamos a nosotros mismos, ya que este tiende a ser negativo o está cargado de suposiciones o intuiciones.

Esta charla tiene un significado más allá del desarrollo docente que ofrecemos a través de estas instancias o de cursos especializados, ya que muchas de las palabras de la expositora y sus recomendaciones se pueden y es preciso aplicarlas en nosotros primero, para luego ponerlas en práctica con otros. Si además de leer este artículo quieres ver la charla para profundizar en el contenido, puedes hacerlo en el enlace que te dejamos abajo.