Imagen de las habilidades del siglo XXI
Desarrollando la metacognición

A través de la metacognición, somos capaces de pensar, reflexionar y evaluar nuestro propio proceso de aprendizaje. Aprendemos a aprender.

Desarrollando la metacognición

Cada vez es más necesario que los niños y jóvenes mejoren su potencial a través de un sistema educativo que les enseñe a pensar y a aprender, de manera tal que, junto con construir un aprendizaje de mejor calidad, éste trascienda más allá de las aulas y les permita resolver situaciones cotidianas. Como sostienen las autoras Sonia Osses y Sandra Jaramillo, es fundamental que los estudiantes sean capaces de entender cómo llegan al conocimiento y luego transferirlo a otros ámbitos de su vida.  


John Flavell, es padre del término metacognición,  y la define como el control que tiene la persona de sus destrezas y procesos cognitivos y la habilidad para darse cuenta de estos. Se trata de un proceso mental por el que tomamos conciencia de lo que vamos aprendiendo, y por tanto, nos permite aprender a aprender. 

A través de su práctica y desarrollo, los alumnos pueden comprender y autorregular su propio proceso de aprendizaje, planificando la forma en la que aprenderán y evaluando sus acciones y decisiones. El valor de la metacognición para la educación radica en que por medio de su aplicación, los docentes pueden  lograr que los estudiantes sean capaces de aprender de forma autónoma, lo cual es cada vez más una necesidad del siglo XXI. 

¿Qué  puede observar un docente cuando los estudiantes ponen en acción la metacognición? 
De acuerdo a lo planteado por Flavell, te darás cuenta que tus alumnos son capaces de: 

•    Darse cuenta de que hay temas que les cuestan aprender más que otros. 
•    Comprenden que se debe verificar un fenómeno antes de aceptarlo como un hecho.
•    Piensan que es adecuado examinar todas y cada una de las alternativas en una elección múltiple, antes de decidir cuál es la mejor. 
•    Tomar nota de algo porque saben que se les podrá olvidar el contenido. 

 


 
 

Aplicando en el aula


Si quieres desarrollar esta habilidad en tu sala de clases, revisa las acciones que a continuación te proponemos, a partir de lo planteado por Montse Tesouro, del departamento de Pedagogía de la Universidad de Girona.

  • Invita a tus estudiantes a pensar en voz alta a la hora de resolver un problema. Así, se podrán involucrar más en el proceso de cómo logran digerir información.
  • Luego de llevar a cabo un aprendizaje, solicítales que se auto pregunten: ¿Qué he aprendido?, ¿cómo lo he aprendido?, ¿qué entendí del tema estudiado?
  • Promociona el análisis y la discusión de las estrategias que cada uno de los alumnos pone en funcionamiento delante de determinadas tareas. De esta forma,  tendrán la oportunidad de ser testigos de cómo analizan y aprenden sus compañeros.
     

Componentes e indicadores

La metacognición se compone de los siguientes conocimientos, habilidades y actitudes:

Conocimientos
(Lo que sé)
Habilidades
(Lo que sé hacer con lo que sé)
Actitudes
(Cómo me comporto en el mundo con lo que sé hacer)

Conocimiento y comprensión de la manera que más se adecúa a su forma de aprender.
Auto-gestiona de manera efectiva su aprendizaje y futuro profesional. Posee un concepto de sí mismo que le permite realizar cambios y desarrollar nuevas habilidades cuando se necesite.
Conocimiento de las fortalezas y debilidades de las habilidades y cualidades que posee. Conocimiento de las fortalezas y debilidades de las habilidades y cualidades que posee.    Dedica tiempo, actúa con autonomía, disciplina y perseverancia, y maneja información durante las actividades de aprendizaje. Muestra motivación y confianza en sus capacidades para tener buenos resultados.

Conocimiento de las oportunidades que existen para educarse y formarse.

Es capaz de concentrarse por períodos cortos y largos de tiempo.
Reconoce que el aprendizaje es una actividad enriquecedora en la vida y muestra iniciativa para aprender.

Comprensión de que las decisiones que toma durante su proceso de aprendizaje pueden conducir a diferentes oportunidades profesionales, laborales, etc.
Reflexiona acerca del propósito del aprendizaje. Se adapta a nuevas situaciones y es flexible para enfrentar diferentes contextos.
  Usa técnicas adecuadas de expresión oral (entonación, gestos, imitación, etc.) para comunicar mensajes. Reconoce cuáles son sus preferencias.
  Produce diversos tipos de mensajes multimedia (presentaciones, vídeos, música, etc.)  

 

Metacognición: ¿Cómo hacer visible el aprendizaje?
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