Uno de los intereses más importantes para las y los docentes es que sus estudiantes aprendan de manera profunda y significativa, y para lograr estos objetivos las evidencias que entrega la Neurociencia Cognitiva son una buena herramienta. ¡Conócelas aquí!
En términos sencillos, la Neurociencia estudia el sistema nervioso, cuya estructura está conformada por el cerebro, la médula espinal y las neuronas. Los neurocientíficos estudian la sinergia de este organismo, desde las moléculas hasta las redes neurales y cómo interactúan para realizar distintas actividades.
Dentro del amplio espectro que abarca el estudio neurocientífico, se encuentra la Neurociencia Cognitiva, la que se enfoca en cómo las personas aprenden, qué factores influyen en estos procesos y las características principales de las distintas etapas de desarrollo.
Para indagar más sobre esta materia contactamos a cuatro especialistas. Evelyn Cordero, directora Ejecutiva de Fundación Arrebol; Carolina Santibáñez, directora del Diplomado en Neurociencias Cognitivas de la Universidad Diego Portales; Paulo Barraza, Doctor en Psicología especializado en Neurociencias Cognitivas y Pedro Maldonado, Profesor Titular del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Evidencias aplicables en educación
La investigación científica, fundamentada en el método científico, requiere una experimentación continua para obtener resultados sólidos que ofrezcan evidencia valiosa, tanto en el ámbito teórico como en el práctico. En el contexto educativo, estas evidencias pueden apoyar el desarrollo de herramientas efectivas para mejorar el aprendizaje, siempre y cuando respondan a los desafíos específicos de las comunidades educativas. Sin embargo, no todo lo relacionado con la Neurociencia es aplicable al aula, señala Evelyn Cordero.
En esta línea, Pedro Maldonado subraya que los contextos científicos y educativos son totalmente distintos y destaca la importancia de realizar investigaciones conjuntas con docentes para verificar que una intervención particular sea adecuada para el aula.
Entonces, ¿qué evidencias hoy son aplicables en el ámbito educativo? De acuerdo con Pedro Maldonado, aquellas que se relacionan con diversidad.
Es clave entender el concepto de diversidad producto de la plasticidad neuronal y de la experiencia de vida de cada estudiante. Asimismo, el concepto de percepción como la construcción de un modelo cognitivo individual que reconoce las diferentes maneras en que las personas crean su mundo.
Por su parte, Carolina Santibáñez subraya la importancia del bienestar emocional de los estudiantes, así como de la atención y la memoria. Afirma que “un entorno hostil reduce la actividad de la corteza prefrontal, que ayuda a razonar, planificar y pensar con claridad”, lo cual respalda por qué es esencial promover el bienestar emocional en el aula. En relación con la memoria, recomienda “incorporar prácticas de recuperación con retroalimentación efectiva para disminuir la curva del olvido y hacer que los aprendizajes sean más duraderos y transferibles”.
Las Neurociencias Cognitivas indican que incluir actividades lúdicas, trabajo colaborativo, desafíos, etc., puede generar espacios más propicios para aprender, donde los recursos cognitivos estén más disponibles y se liberen neurotransmisores que contribuyen a la atención y la consolidación de la memoria.
Otro aspecto a considerar son las adecuaciones que las y los docentes realizan en sus planificaciones en función de nuevas metodologías o propuestas educativas. Sin duda, esto favorece la innovación y permite contextualizar los aprendizajes según los tiempos actuales. La Neurociencia Cognitiva ofrece evidencias concretas que pueden apoyar estos ajustes.
Además, los conocimientos previos que tienen las y los estudiantes sobre el contenido de una clase son cruciales para lograr este objetivo, ya que, al considerar las experiencias y nociones que ya poseen, se facilita la conexión con los nuevos aprendizajes.
Paulo Barraza comparte esta práctica y agrega que otras disciplinas, como la psicología experimental y cognitiva, también han obtenido resultados interesantes, como el siguiente:
Está confirmado que hacer testeos previos de la materia antes de la evaluación final ayuda bastante. Jugar con el conocimiento haciendo preguntas al grupo curso donde cada estudiante exponga su respuesta -como un concurso- para luego explicar cómo se llegó a esa conclusión, es un ejemplo. Este ejercicio pedagógico afianza los aprendizajes.
Neuromitos
En el esfuerzo por implementar prácticas educativas basadas en la Neurociencia Cognitiva, resulta crucial identificar y eliminar los neuromitos, es decir, aquellas creencias erróneas que carecen de sustento teórico válido. En este punto, las y los especialistas concuerdan ampliamente que el mito más común es acerca de los estilos de aprendizajes clasificados como auditivo, visual o kinestésico.
La especialista Evelyn Cordero sostiene que en Chile se ha determinado que el 90% de las y los docentes cree y aplica este criterio.
La escuela es garante del derecho a la educación, por lo tanto, tiene que asegurar la calidad de la enseñanza, y en ese sentido los neuromitos no contribuyen.
Otra de estas creencias que se ha propagado en contextos educativos, es que utilizamos solo el 10% de nuestro cerebro, o que hay personas en las que predomina el hemisferio izquierdo o derecho, lo que genera malos entendidos al momento de entender el funcionamiento de las capacidades de cada individuo. "Esto es una concepción errónea, ya que utilizamos el 100% de nuestro cerebro a través de las distintas conexiones", añade Evelyn.
Si quieres profundizar más en este tema y reflexionar sobre tu práctica pedagógica vinculada a la Neurociencia Cognitiva, te invitamos a escuchar el capítulo 56 del podcast Aprendizaje para el Futuro “Neurociencia y educación basada en evidencia”.