En la comuna de Pucón, en el Complejo Educacional Pablo Sexto, un grupo de profesores desarrolló una iniciativa en la que se integra la colaboración entre docentes, la interdisciplinariedad y la ayuda social a las familias de la comunidad escolar, lo que dio como resultado una actividad de apoyo socioemocional y formativa. Te invitamos a conocer más de este proyecto a través de la conversación que sostuvimos con uno de sus creadores, el profesor Felipe Ruiz.
El proyecto llamado “La Ruta del Padre Pancho”, es una idea que se desarrolla con el método de Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), desde hace algunos años en el Complejo Educacional Pablo Sexto. Sin embargo, durante 2020 los docentes gestores de esta iniciativa, Felipe Ruiz, profesor de Administración y Carlos Urra, jefe del Departamento de Administración, propusieron al director redireccionar los fondos en ayuda a las familias de la comunidad entregando canastas de alimentos, ya que en sus visitas a los hogares de los estudiantes pudieron percibir las necesidades económicas que muchos de ellos sufrían a raíz de la cuarentena prolongada.
La entrega de esta canasta de alimentos se vinculó a una actividad pedagógica que además generó un lazo emocional muy potente con las familias: “La actividad surge de la necesidad de contextualizar el aprendizaje, de darle sentido a lo que el estudiante está aprendiendo. El objetivo principal del proyecto de las canastas de alimentos era concientizar y responsabilizar al estudiante a cerca de su consumo. Nosotros teníamos la intención de que ellos pudieran identificar el valor monetario de lo que están consumiendo e identificar el aporte nutricional de lo que estaban comiendo, integrando diversas asignaturas", relata Felipe Ruiz, quien además es parte de la red de docentes de Enseña Chile.
Así, trabajaron colaborativamente los docentes de Lenguaje, Matemática, Ciencias, Historia, Religión, Convivencia Escolar y las asignaturas Técnico profesionales del establecimiento, generando un cuadernillo de actividades que integra en diferentes capítulos a todas las asignaturas. Por ejemplo, una de las actividades consiste en que cada estudiante debe preguntar a su apoderado una receta familiar, prepararla y calcular el precio de cada plato y aporte nutricional.
“Con este proyecto logramos subir la participación de un 20% a un 60%, es decir, más de la mitad del curso se motivó y entregó los materiales, ya que los estudiantes le encontraron mucho más sentido a su aprendizaje al tener un propósito o un problema que resolver”.
Trabajo colaborativo
El profesor Ruiz comenta lo complejo que había sido realizar un trabajo en conjunto en años anteriores, debido a la falta de tiempo y espacios de encuentro entre colegas. No obstante, la pandemia, la conectividad virtual y la mayor libertad en los horarios permitieron la reunión entre colegas.
Para conocer un poco más sobre cómo llevaron a cabo la colaboración en el Complejo Pablo Sexto de Pucón, conversamos con Felipe Ruiz, quien nos comenta a cerca de las dificultades y virtudes de este proceso.
- ¿Crees que el trabajo colaborativo ha dado buenos resultados? ¿Se podría continuar a futuro?
Sí, yo creo que ha dado buenos resultados. Primero, porque a los estudiantes les hace mucho más sentido poder conectar todas las asignaturas en un proyecto que las unifica y les da un propósito. Segundo, para los profesores es mucho más ameno hacer un trabajo con Aprendizaje Basado en Proyectos, ya que el trabajo más arduo se da al comienzo, al momento de planificar, pero luego, clase a clases tienes monitorear, aconsejar, guiar al estudiante. Y tercero, se genera un material más rico, de mejor calidad y que impacta en mejores aprendizajes.
El desafío es poder, en tiempos de clases presenciales, sistematizar el trabajo colaborativo entre colegas, encontrar el tiempo para reunirse y generar estos proyectos.
- ¿Qué fue lo más complejo para llevar a cabo esta iniciativa?
En nuestro caso, la conectividad no fue el mayor problema al momento de retroalimentar o tener una clase a distancia. La barrera fue más bien de tipo actitudinal, sobre la disposición del estudiante a participar en las clases y actividades. Y, por otra parte, el apoyo de los apoderados, que estén presentes, ya que no hay mucha autonomía en los alumnos.
- ¿Crees que el ABP puede fomentar la autonomía de los estudiantes?
Sí, mucho. Llegamos a la conclusión con los colegas que este es el año de la autonomía. El ABP desafía al estudiante a generar esa autonomía, porque no es lo mismo decirle al estudiante resuelve los ejercicios del 1 al 10, a encuentra la solución a este problema, ya que debe investigar, preguntar. Eso desafía más su autonomía que trabajar en silencio un tiempo determinado.
Evaluación final: ¿resultado o proceso?
La evaluación ha sido uno de los puntos complejos para los docentes durante este año. Las realidades a lo largo del país son diversas, no todos han podido acceder a las clases online, algunos han trabajado en proyectos, otros en actividades individuales por asignatura, entre muchos más casos.
¿Cómo evaluar un proceso en el cual ha sido difícil evidenciar los aprendizajes? A pesar de que muchos docentes han utilizado la creatividad para indagar en los aprendizajes y los progresos de sus estudiantes, la evaluación puede ser compleja en un contexto donde muchas veces la falta de participación o conexión no se debe a desinterés, sino a una realidad familiar compleja donde las necesidades o falta de recursos pueden provocar una desconexión con el proceso de aprendizaje.
Felipe Ruiz comparte la experiencia de evaluación de "La Ruta del Padre Pancho", cuales fueron los métodos y el resultado:
- ¿Cómo ha sido el proceso de evaluación de este proyecto?
Al comienzo construimos una escala de apreciación acerca de los principales objetivos. En el área TP, consideramos relevantes las competencias genéricas: que el estudiante fuese prolijo, responsable, que pudiese comunicarse correctamente. Ese fue el foco de nuestro proyecto. A raíz de eso, construimos esta escala donde cada profesor evaluaba su asignatura.
El cuadernillo que se construyó para el proyecto tenía varios capítulos y cada uno apuntaba fuertemente a una asignatura o módulo. Al finalizar cada actividad, los profesores evaluaban su asignatura y luego se hacía un promedio, que era la nota de cada estudiante.
- ¿Qué es lo más relevante al momento de evaluar?
Nosotros nos enfocamos en el proceso. Cada semana íbamos monitoreando el avance de los estudiantes y lo registrábamos en un Excel y eso nos permitió una evaluación mucho más justa, porque los que fueron disciplinados y respondieron semana a semana tuvieron mejor resultado que aquellos que pudieron haber hecho una actividad excelente, pero el último día. Eso nos ayudó a alivianar el tiempo de corrección.
Otra de las virtudes del ABP es que la evaluación es mucho más justa, ya que apunta al proceso y no al producto. Creo que ese cambio de paradigma es fundamental si queremos entender mejor la educación y darle sentido de justicia.