Las infancias no siempre gozaron de derechos. Es por ello que, cada 20 de noviembre, se conmemora la Convención sobre los Derechos del Niño, instancia donde se reconoció que las personas menores de 18 años necesitan una atención y protección especial. En esta oportunidad queremos abrir la reflexión en torno a esta efeméride y a las diferentes necesidades de niñas, niños y adolescentes.
Durante muchos siglos la infancia no fue reconocida como una etapa de cuidados y requerimientos especiales. Por el contrario, hasta comienzos del siglo XX niñas, niños y adolescentes formaron parte de la fuerza de trabajo en la creciente industrialización de diversos países.
Fue en 1924 que se inició el reconocimiento de los Derechos del Niño, declaración elaborada por la británica Eglantyne Jebb -profesora, activista, filántropa y fundadora de Save the Children Fund- la que fue aprobada por la Sociedad de las Naciones, entidad precedente de las Naciones Unidas (ONU).
Posteriormente, en 1989 la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, considerando a las niñas y niños como sujetos de derecho y no solo como objetos de protección. Además, reconoce su papel como agentes sociales, económicos, políticos, civiles y culturales, estableciendo normas mínimas para proteger estos derechos en todas las circunstancias.
En detalle, el apartado 1 del Artículo 27 se establece que: Los Estados Parte reconocen el derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social. Esta premisa aclara que todas las dimensiones de la vida de niñas, niños y adolescentes deben ser cubiertas y reguladas por el Estado y las organizaciones correspondientes.
El 14 de agosto de 1990 Chile se adhirió a este convenio internacional, el que se rige por cuatro principios fundamentales: la no discriminación, el interés superior del niño, su supervivencia, desarrollo y protección, así como su participación en decisiones que les afecten.
Educación inclusiva
Durante las últimas tres décadas los diferentes gobiernos de nuestro país han realizado una serie de reformas para consagrar en sus leyes los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Ejemplo de ello es la obligatoriedad y gratuidad de la Educación Media (2003), la que aseguró 12 años de escolaridad obligatoria por parte del Estado. (en este link puedes leer más sobre la cronología de los derechos de niñas, niños y jóvenes).
Actualmente, en Chile mediante el decreto N°83 (2015) “Diversificación de la enseñanza”, se señala que los establecimientos educacionales deben realizar una adecuación curricular para estudiantes de Educación Parvularia y Básica con Necesidades Educativas Especiales (NNE), procurando dar respuesta a requerimientos específicos de aprendizaje personales o contextuales, con el propósito de garantizar la igualdad en el derecho a la educación.
Para responder a esta diversidad y avanzar hacia espacios educativos inclusivos, es necesario diversificar la enseñanza ampliando nuestro conocimiento sobre las necesidades que pueden presentar personas neurodiversas o estudiantes con el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
Con el fin de entender qué significa el TOC, conversamos con Tomás Miño, psicólogo clínico infanto-juvenil, especialista en evaluación y tratamiento del TOC, administrador de la web Hablemos de TOC y autor del libro “Pedro y su TOC”.
Pedro y su TOC
“Soy un niño como cualquier otro, aunque en mi vida me han pasado muchas cosas que podrían sorprenderte. No estaba seguro si contarlo, lo pensé mucho, pero finalmente me decidí a hacerlo”. Así comienza este libro que cuenta la historia de Pedro, un niño de 12 años que ha sido diagnosticado con TOC y que desea compartir sus experiencias.
Pero primero debemos partir por preguntarnos ¿Qué es el TOC? De acuerdo con Tomás, “TOC es una condición de salud mental con tres características principales: pensamientos involuntarios, irracionales, y repetitivos, llamados obsesiones. Estas generan ansiedad, angustia y miedo en el paciente, quien se ve obligado a realizar acciones compulsivas en su intento por neutralizar las sensaciones desagradables asociadas a las obsesiones. El ciclo de obsesiones y compulsiones requiere mucho tiempo diario e inhibe la realización de actividades importantes para la persona”.
Para el psicólogo, la creación de este libro es una forma de socializar esta condición y que quienes la tengan puedan relacionarse de manera natural con su entorno.
El texto está dedicado a un público infantil, en formato colorido, con ilustraciones y diálogos breves, donde el personaje principal cuenta su historia y da a conocer cómo es vivir con TOC. Tomás, resalta que su objetivo es llegar a un público infantil aunque menciona que “el libro ha tenido buena recepción en los colegios, especialmente en docentes y directivos, ya que están interesados en conocer esta historia y así aprender sobre TOC para trabajar esta temática en el aula y lograr un trato adecuado con sus estudiantes”.
Es un libro que permite abrir una puerta desde el relato de un niño que cuenta cómo le ganó a un TOC, en un lenguaje cercano y lúdico, y que pone sobre la mesa este tema en contextos escolares, ya que es un cuadro que se da con bastante frecuencia y puede estar presente en uno o dos estudiantes por aula. Además, es una herramienta que viene a complementar el trabajo docente, a fomentar la inclusión y darnos cuenta de las diferencias de cada persona y que como comunidad podemos integrar y contener a quienes estén diagnosticados con esta u otras condiciones de salud mental.
Concurso
Queremos reconocer a la ganadora de este concurso Katherine Navarro, quien se ha adjudicado un libro de "Pedro y su TOC".
¡Felicitaciones!
