De acuerdo con este académico español, especialista en liderazgo y cambio para la mejora escolar, es fundamental que los directivos promuevan la justicia social y la colaboración entre los docentes, para lograr una mejora escolar que impacte positivamente en toda la sociedad.
Javier Murillo es doctor en las Ciencias de la Educación y director de la cátedra UNESCO en Educación para la Justicia Social de la Universidad Autónoma de Madrid. Investigador y especialista en temas de liderazgo y cambio para la mejora escolar, participó en el Seminario Internacional “Gestión del cambio para la mejora educativa: Fortaleciendo el liderazgo del territorio”, organizado por LIDERES EDUCATIVOS, Centro de Liderazgo para la Mejora Escolar, en el marco de la fase presencial de su Diplomado RED-LAB.
En educarchile quisimos conocer su definición de justicia social y su visión sobre cómo el liderazgo del equipo directivo puede contribuir a la mejora escolar incorporando ese concepto, conversación que a continuación, te invitamos a leer y a complementar con el material que encontrarás adjunto en esta entrevista.
Justicia social
- Javier, para ti ¿qué es la justicia social y cómo se relaciona con la inclusión en las escuelas?
Justicia social incluye la redistribución de bienes primarios, la redistribución de tiempos y de esfuerzo, el reconocimiento, y la participación paritaria. Desde ese punto de vista, la inclusión es un elemento básico de la justicia social. No puede haber una escuela que trabaje por la justicia social si es una escuela que margina, que excluye, que no incorpora a todos. La inclusión entendida como la permanencia, la asistencia, el aprendizaje, y la participación de todos, es un elemento esencial de la justicia social de un establecimiento educacional.
- ¿Cómo podemos garantizar la justicia social en las escuelas?
No se puede garantizar, pero sí podemos pensar que las escuelas tienen responsabilidad por la justicia social, al igual que cada ciudadana y ciudadano. Al final, se trata de seguir las palabras de Mandela, que decía la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Bueno, ¡pues utilicemos la educación para cambiar el mundo! Para hacerlo más justo, más solidario, más inclusivo, más armónico. Para ello, tenemos que hacer dos cosas: primero, que la escuela sea más justa, y segundo, enseñar justicia social. Porque nuestra obligación como educadoras y educadores es contribuir a dejar a nuestros hijos un mundo algo mejor al que nosotros vinimos.
- ¿Qué características debe tener la directora o director de un establecimiento para lograr esto?
Debe ser un líder, un soñador, compartir un sueño. Debe tener una visión en donde todas y todos estén incluidos en la escuela, y además tiene que saber entusiasmar para lograr una escuela mejor. Su segunda obligación es generar buenas relaciones con el equipo y preocuparse de las personas, creando un ambiente agradable, porque el clima incide muchísimo en el aprendizaje.
Habilidades para el liderazgo efectivo
- En ese sentido, la colaboración se vuelve un eje central cuando se habla de procesos de mejora educativa…
La colaboración es esencial en la educación, no podemos obtener una sociedad que colabore con escuelas que no colaboren. Por otra parte, la fortaleza del docente no está en su trabajo individual, está en su trabajo colectivo. Si queremos cambiar la educación, tenemos que cambiar la escuela, eso significa tener profesores y profesoras colaborando mano a mano. Es la única manera en que podemos hacer que nuestro trabajo tenga una mayor sostenibilidad en el tiempo y no sea simplemente un esfuerzo puntual. Necesitamos escuelas colaboradoras para crear sociedades que colaboren más.
- ¿Cómo iniciar un cambio hacia culturas escolares más colaborativas?
La directora o director del establecimiento es la persona que más debe que conocer la cultura para empezar a cambiarla. Debe estar dentro, conocer sus fortalezas, y los elementos que hay que reforzar. ¿Cómo cambiarla? Con buen humor, con clima, con buenas relaciones. ¡Soñando, discutiendo juntos, compartiendo ideas! Haciendo sentir que el centro (la escuela o liceo), le pertenece a todos los docentes, como también a los estudiantes, familias y a la comunidad educativa.
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