Pensamiento y comprensión: aprendizajes más profundos y significativos

Una de las metas principales de la educación y la docencia es enseñar para provocar aprendizajes en las y los estudiantes. Sin embargo, en muchas ocasiones esta relación causa-efecto no siempre genera los resultados esperados. 

En consecuencia, las teorías del aprendizaje son variadas y se actualizan constantemente. Esto ocurre debido a que el cambio de las formas de vida, la cultura, la tecnología, entre otros, afecta directamente a la manera en que los seres humanos construimos el mundo, por ello hablamos de nuevas generaciones y sus diferencias en el lenguaje, la vestimenta, los intereses, las formas de relacionarse, etc. Por ejemplo, la forma en que se comunicaban las personas en 1990 es radicalmente distinta a cómo nos comunicamos hoy, y solo han pasado 21 años.

¿Ha cambiado sustancialmente la educación durante estos 21 años? Sin duda que ha habido cambios, pero como planteó Ana María González “se han digitalizado los recursos, pero no han cambiado las metodologías de enseñanza”. ¿Qué problema podríamos encontrar en esta sentencia? Es muy probable que el aprendizaje se genere de alguna manera, pero no será tan significativo si se encuentra alejado de la realidad actual de las y los estudiantes, este fenómeno es evidente cuando de un año a otro los estudiantes no recuerdan gran parte de los contenidos trabajados.

¿Qué hace que un aprendizaje sea profundo y significativo? ¿Cómo lo identificamos en nuestros estudiantes? Un aprendizaje profundo implica comprensión, entender lo que se sabe. La comprensión y el pensamiento van de la mano: todo lo que se realice en el aula para hacer visible el pensamiento hará visible la comprensión.

En palabras de Ana María “la comprensión implica dominar un conocimiento, transformarlo y usarlo para resolver problemas. Idealmente que afecten a los estudiantes y su entorno. Implica usar o aplicar destrezas, ideas o conocimientos anteriores a nuevos problemas o situaciones que no son familiares para los estudiantes. Citando a David Perkins: “la comprensión es la habilidad para pensar y actuar con flexibilidad a partir de lo que uno sabe y damos cuenta de ella a través de los diferentes desempeños de comprensión”. Y ¿qué son los desempeños de comprensión? Básicamente es una actividad o una acción que yendo más allá de la memorización y de la rutina nos obliga a detenernos para pensar antes de actuar. Nuestros estudiantes no solo deben saber y saber hacer, sino que deben pensar a cerca de lo que saben y saben hacer, y lo hacen cuando distinguen, asocian, ejemplifican, comparan, establecen analogías, argumentan, toman y defienden una postura”.

Actualmente nos encontramos en el siglo XXI, y a pesar de los cambios realizados, aún nos encontramos con modelos de educación antiguos, donde el profesor es el protagonista que tiene todo el conocimiento y los estudiantes son espectadores pasivos, que reciben el conocimiento y posteriormente deben reproducirlo para ser evaluados. 

En una sociedad como la actual, con ritmos de cambio tan acelerados, que exige continuamente nuevos aprendizajes, que van más allá de la simple y tradicional repetición, el aprendizaje meramente reproductivo resulta ineficaz e insuficiente. Urge avanzar a una enseñanza orientada hacia la comprensión y desarrollo del pensamiento, que permita alcanzar aprendizajes más significativos, profundos y duraderos, que los estudiantes puedan utilizar en distintos escenarios y contextos, plantea con seguridad en su exposición Ana María González.

Por otra parte, también apunta a que el Ministerio de Educación se encuentra alineado con el desarrollo de las habilidades del siglo XXI, presentando bases curriculares consistentes con las nuevas metodologías y conocimientos, cambios que comenzaron a gestarse hace varios años. No obstante, es posible observar que, a pesar de esto, las formas de enseñar y aprender en el contexto formal no han cambiado sustancialmente.

De acuerdo con lo planteado por la expositora, es posible visibilizar la comprensión y el pensamiento de las y los estudiantes, pero este actuar debe estar enmarcado en una nueva cultura y enfoque pedagógico que circunscriba estas prácticas a una visión más global, es decir, a una metodología que contenga dentro de sí la base y el rumbo de estas estrategias, ya que sin esto no tiene sentido aplicarlas. “Debemos valorar y promover activamente una cultura de hacer pensar dentro del aula, que el razonamiento individual y colectivo se vuelva una actividad cotidiana”, propone la docente.

Es posible comprobar que el modelo tradicional de enseñanza no se orienta a una cultura del pensamiento y la comprensión. Sino más bien, es una cultura de obediencia, orden y trabajo silencioso e individual. El cambio requiere transitar desde la transmisión de aquello que se encuentra en la cabeza del docente a la cabeza del estudiante, al paradigma de recoger lo que está en la cabeza del estudiante, llevarlo a la cabeza del docente, para ofrecer una enseñanza que haga pensar y avance en el aprendizaje comprensivo.

Dentro de las prácticas que pueden ayudan a visibilizar el pensamiento, Ana María González nos invitó a conocer cinco maneras que las y los docentes pueden aplicar junto con sus estudiantes en cualquier asignatura:

• Preguntar: hacer buenas preguntas que hagan pensar, que vayan más allá del nivel de conocimiento y que nos inviten a la aplicación, al análisis, a la síntesis y a la evaluación de la información. 
• Escuchar: una cosa es saber hacer buenas preguntas y otra es saber escuchar las respuestas. No sirve de mucho hacer preguntas auténticas si no hay disposición a la escucha activa y más aún, si no se consideran e integran las contribuciones de los estudiantes al desarrollo de la clase.
• Documentación: entendida como la práctica de observar, registrar, interpretar, compartir a través de una diversidad de medios, los procesos y productos, tanto de la enseñanza como del aprendizaje. Hacer un afiche y pegarlo en el diario mural, hacer un tríptico y entregarlo a otros docentes, grabar y/o fotografiar a los estudiantes trabajando o discutiendo temas de la clase, etc.
• Lenguaje del pensamiento: planteado por Shari Tishman, es la riqueza o diversidad del vocabulario con el que exteriorizamos el pensamiento, es decir, todas aquellas palabras con las que nos referimos a procesos y productos del pensamiento. Debemos utilizar un lenguaje rico que ayude a los estudiantes a externalizar los procesos mentales que están poniendo en juego al momento de aprender.
• Rutinas del pensamiento: procedimientos sencillos que van a permitir focalizar la atención en movimientos específicos de pensamiento que ayudarán a construir la comprensión. Ron Richhart en su libro “Hacer visible el pensamiento” presenta 21 rutinas, algunas apuntan a presentar y explorar información, otras a sintetizar y organizar información y otro grupo a profundizar la información.

Puedes revivir esta charla y conocer experiencias sobre pensamiento visible cada vez que quieras en nuestro canal de Youtube, donde se encuentran alojadas esta y otras charlas, seminarios y talleres, junto con recursos audiovisuales y diversas propuestas que educarchile tiene para ti.